Hoy he vuelto a dibujar....

Hoy me puse a dibujar, tras mucho tiempo sin hacerlo, no sabía si me saldría tan siquiera un esbozo.

Tan sólo fue sentarme y las ideas acudieron, mezclándose con el olor de la madera y el grafito del lápiz, afilado con cuidado y esmero. El tacto de la goma de borrar, suave y elástica, con su color lechoso, aun impoluta, nueva y sin usar.

Recuerdo de viejos dibujos, trazos sueltos al azar, tardes pasadas en el parque, dibujando sin parar, como poseído por una fiebre, plasmando árboles, bancos, niños jugando y abuelas dando de comer a las palomas…

La fiebre vuelve, la siento llenándome de nuevo, la saludo como a una vieja amiga y dejo que me envuelva, como un jersey viejo y gastado, de esos que casi todos usamos en casa en los días de frio.

Mucho tiempo sin vernos, vieja amiga, sin hablarnos, sin saludar tu cálida inspiración.

Imágenes sin sentido me asaltan, cierro los ojos tratando de darles forma, de escoger una concreta, sin lograrlo.

Después dejo que me llenen, que se sucedan sin control; poco a poco van tomando sentido, como una secuencia, una película inconexa que poco a poco cobra sentido.

Las imágenes se ralentizan y una en concreto se impone sobre las demás; como si fuera algo natural, veo el proceso de dibujarla, los trazos suaves, las sombras aplicadas, un esbozo, unas formas que se van definiendo hasta completar la imagen, entonces abro los ojos y de nuevo veo la hoja en blanco, como despertando de un sueño.

Mi mano se mueve, con el lápiz cogido con suavidad entre mis dedos, como si tuviera su propia voluntad, como si no fuera parte de mí.

Al principio las líneas son inconexas, sin forma, un trazo aquí, una forma ahí, un ovalo que los une formando un torso, poco a poco va dando forma a lo que mi mente vio.

El tiempo no pasa, se paraliza cuando me siento en la mesa.

Hoy he vuelto a dibujar y me sentí vivo de nuevo.