
La herida se abrió en el costado de aquel hombre, haciendo que la sangre brotase en un chorro abundante que le empapó el rostroEscupió parte de ella, cayendo de rodillas estremecido por el asco de haber tragado sangre humana.Estuvo un rato a cuatro patas, escupiendo sangre y tosiendo, estremeciéndose.Penosamente se puso de pie, ayudado por algún compañero y se encaminó de vuelta a casa... bueno, si podía llamarse casa a un barracón que apenas se tenía en pie, donde dormían al menos veinte hombres...